Amores Tóxicos
AMORES TÓXICOS, AMORES ILÓGICOS
Todo el mundo conoce historias de amores enfermizos. Y es que el amor como otros sentimientos y pasiones a veces no se pueden controlar hasta el punto de llegar a convertirse en una patología psicológica. Y no exageramos, ni hablamos de algo poco común. Según algunos estudios, el 30% de las relaciones de pareja tienen un componente tóxico o son totalmente “venenosas”. Pero…
¿Qué son amores tóxicos?
Es un tipo de relación afectivo-amorosa que hace daño a los miembros involucrados en la misma. Normalmente los dos miembros de la pareja son amantes enfermizos, pero cada uno de una manera diferente.
Amar no debería ser sinónimo de sufrimiento, sin embargo son muchas las personas que siguen unos patrones de comportamiento repetitivos y que se tienen tendencia a involucrarse en relaciones afectivas dependientes y enfermizas, convirtiendo su vida y la de su pareja en un infierno. En este tipo de relaciones, el amor se convierte en “una droga” capaz de crear una adicción y una dependencia incontrolada que cambia totalmente el rumbo lógico de una relación amorosa.
El psicólogo Walter Riso hablo en su momento de los amores tóxicos como “Estilos afectivos relacionados con determinados tipos de personalidad, que generan en el otro mucho sufrimiento y alteraciones psicológicas. Este tipo de relaciones representan el 30% en la sociedad”.
Un 30%... una cifra alarmante. Un tercio de la población se ve inmersa en este tipo de relaciones. Sin duda, es un dato para reflexionar.
¿Qué tipo de personas se envenenan con estos amores?
Los amores tóxicos son relaciones amorosas que se establecen entre personas con unos rasgos de personalidad característicos que provocan una tendencia hacia los problemas y las alteraciones psicológicas.
Estas personas suelen ser personas inseguras, con mucho miedo a la soledad. Con un carácter fuerte y capaces de todo por amor, sin límites claro. Estas son algunas de las razones por las que se vuelven enfermizamente adictos al amor:
Autoestima baja: el no valorarse lo suficiente hace que esa persona se conforme con cualquier pareja que le aporte algo positivo, que le preste un mínimo de atención. Esto nunca puede tener buen final. Puede gustarle algo de una persona, por ejemplo que sea cariñoso, pero quizás todo lo demás no tenga nada que ver con lo que necesita la relación.
El caso contrario, que sería creer que somos “lo más”: este tipo de personas tienen una “falsa seguridad”. Piensan que todo lo pueden solucionar, que pueden cambiar a su pareja y modelarla a su antojo. Son dañinos, porque son crueles con su pareja, pero también consigo mismo porque se autoengañan.
Ir de víctimas asumir el rol de víctima es una actitud enfermiza que puede hacer mucho daño al otro miembro de la pareja. Es una persona tremendamente agradecida y que siempre amenaza con la pena “quien me va a querer si tu no lo haces…” “no quiero seguir mi vida sin ti…”, etc.
La adicción al cariño es una muestra de necesidades y carencias muy profundas, que intentan suplirse con pequeñas muestras como besos y caricias. Lo más normal en individuos de este tipo es que permitan todo tipo de cosas dentro de las relaciones, con tal de conseguir su ración de cariño. Este tipo de conductas, puede llegar a ser un condicionante muy fuerte para ser víctima de malos tratos.
Una persona aburrida: “cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo”… cuando existe un gran aburrimiento no vemos la parte global de la persona, solo vemos la parte que nos divierte, que nos saca de la monotonía. Sin embargo, el resto de la personalidad no gusta o no conviene, y por eso comienzan los comportamientos tóxicos.
Obligaciones culturales: ser madre, casarse, tener pareja… existe en ciertas personas la necesidad de cumplir un rol social es más fuerte que los sentimientos. A veces hay personas que tienen pareja para cumplir ciertos roles junto a ella, pero realmente no tienen sentimientos fuertes.
El miedo al compromiso y a la falta del mismo: hace que sigamos por caminos contrarios a lo lógico. El que tiene miedo a no comprometerse hace todo lo posible por “amarrar” a su pareja, puede cambiar de trabajo para pasar más tiempo con esa persona, cambiar de residencia de forma precipitada, cambiar su forma de ser y convertirse en “otra persona” para gustar más… Por el contrario, el que tiene miedo al compromiso niega sus sentimientos. Es capaz de ser infiel con tan de negar la realidad de su relación, y puede hacer mucho daño a la otra persona menospreciándola a pesar de quererla. También son personas de relaciones esporádicas, sin sentimiento, que acaban incluso por no disfrutar del sexo.
Personas con trastornos límites. Es decir, existen personas que tienen trastornos mentales, por ejemplo personalidades paranoides, trastorno bipolar, esquizofrenia, y otro tipo de enfermedades. Estas personas, como todas, también se enamoran, y muchas veces no saben que padecen estos males. Un enamoramiento profundo produce un estrés mental que hace que sus trastornos se desaten y empiecen a dar la cara. Hasta que un médico diagnostica el problema, pueden ser las relaciones más tóxicas que existan.
Estos son algunos perfiles de personas que se meten en amores adictivos, amores insanos que pueden acabar trastornando la mente de quien los sufren. Además, de sus características personales, hay actitudes en ellos que también los delatan.
¿Cómo puedo reconocer una relación tóxica?
Hay actitudes muy claras que tenemos que tener en cuenta para valorar la situación:
No poner límites o tener dificultad para hacerlo.
Estar siempre pendiente de las necesidades de los demás, sin tener en cuenta las de uno propio.
Minimizar o negar los malos tratos, las malas conductas o los problemas en la pareja.
Sentirse inferior y culpable.
Sobreproteger a la pareja.
Celos injustificados.
Incapacidad para renunciar a la relación.
Como podéis comprobar son situaciones bastante comunes en nuestro entorno. Desde fuera son fáciles de reconocer, pero desde dentro la perspectiva cambia.
¿Los amores tóxicos tienen solución?
Los humanos tendemos a tropezar varias veces con una misma piedra. Tener una relación tóxica en la vida puede ser pura casualidad, o un hecho que se descontrola. Sin embargo, hay personas con tendencia a tenerlas, precisamente por marcados rasgos en su personalidad. Por eso, es aconsejable que, si hay amor verdadero en la pareja, ambos acudan a un terapeuta. Y si el problema es de uno solo, una visita al psicólogo es lo más recomendable. Un profesional debe valorar cómo de grave es la situación y cuál es la posible terapia a seguir.
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